Sunday, December 8, 2013

En mi mundo cuadriculado

Soy ingeniero de formación, de vocación, de naturaleza y de estructura cerebral fundamental. Hago millones de otras cosas más, pero soy consciente que mi cerebro funciona estructurada y lógicamente y salir de eso me cuesta la vida. Como además de ser un cerebro con patas, también soy un ser humano con corazón, resulta que me involucro en actividades de ayuda social que ciertamente me llenan el espíritu. Pero (si pues, siempre hay un malévolo "pero" en todo) me resulta muy complicado el asunto de llegar a los sitios que no tienen direcciones claras (claras para mí, obviamente, porque parece que para el resto es clarísimo el asunto). Yo sé, es vergonzoso y no debería ser tan complicado, pero lo es y lo admito. Me movilizo por las calles con un GPS, o con Google Maps y antes miraba el mapa de calles en la guía telefónica antes de salir. Yo salgo de mi casa sabiendo cual es mi destino final y hacia allá me dirijo, listo, punto final, no hay más vueltas. Por eso cuando me dicen para ir a algún evento social yo levanto la mano feliz, me lleno de emoción y todo va perfecto, hasta que pido que me den la dirección de adonde debo ir. Obviamente, y digo obviamente porque siempre me pasa, y si siempre me pasa no sé por qué no termino de acostumbrarme y ya, y bueno, y así soy yo, pues resulta que la dirección es una cosa complicada que no se encuentra en ningún GPS, ni mapa electrónico, ni Guía de Calles Perú 2000. Entonces el dato es Manzana algo, Lote otro algo, con suerte hay urbanización y distrito. Si pues, yo sé que esa es la realidad de Lima y del Perú en general, pero es un problema para mí y que le puedo hacer. Así que siempre pongo cara de perdido y entonces me tratan de ayudar con referencias adicionales, como que sigues a los buses del chinito, te bajas en el paradero de la panadería y doblas a la izquierda tres cuadras. Yo sigo con cara de que no entiendo nada y no sé cómo a todos les parece tan claro el asunto. Me repiten como si yo no entendiera el idioma, si pues, el paradero de la panadería y todos tienen clarísimo donde queda eso y ya pues, yo solo digo, ok, si claro, el paradero de la panadería. Como Dios ayuda a los que ayudan, entonces siempre termino confesando que no tengo la menor de cómo llegar y que si por el amor de Dios alguien va conmigo y siempre alguien generosísimo se ofrece y me dice que claro que sí, que yo solo debo llegar al rompe-muelle antes de la ferretería y que allí me espera y vamos juntos. Entonces mi angustia aumenta y ya casi en desesperación les digo que yo soy así de desubicado en todas partes y por eso tengo GPS y reviso mapas y demás, o sea, tú no eres el problema, soy yo, dame por favor una dirección adonde llegar, algo que diga calle tal, número cual, algo que yo pueda poner en el aparatito que me va guiando y yo obediente iré doblando izquierda y derecha y de segurito así si llego. Supongo que mi cara de angustia y de andar perdido en el mundo es convincente y entonces por allí alguien se ofrece a ayudarme. Si pues, todo el mundo cree que es lo máximo ser así de estructurado y metódico, pero tiene sus grandes trabas y limitaciones. Si pues, es una limitación y dicen que estas se mantienen mientras uno lo permita. Aprovecharé entonces el verano para practicar el perderme, ir a la aventura, dejar en casa el GPS, las guías de viaje, las guías de calles y demás ayudas. Aprenderé a perderme, a soltar, a relajarme. Confío en que Dios sabrá cuidarme mientras esté perdido.

Saturday, November 9, 2013

Un robo, una noticia más

El miércoles pasado robaron mi casa. Si pues, tal como se lee en las noticias. Que le reventaron la puerta a no sé quién y se llevaron no sé qué cosa. Bueno, ese no se quien fui yo (o fuimos toda mi familia completa) y esa no sé qué cosa, en realidad fueron muchas cosas valiosas, mías de mí y que me costaron mucho esfuerzo comprar. Y como para sazonar más la situación desde entonces he recibido varias de esas frases célebres que deberían ser borradas de nuestro idioma. Cosas como que debería alegrarme de que la situación no fue peor porque no hubieron daños personales, si claro, a ver que te pase a ti para que veas si esa frasecita te consuela de algo. Perdí cosas valiosas, así que tengo derecho a quejarme. Claro, está también quien me dijo que era una lección para practicar el desapego, si claro, las cosas materiales no son importantes y eventualmente me las puedo volver a comprar así que no debería apegarme a ellas. A ver pues, que te pase a ti y luego me cuentas. También hubieron varios que culparon a la ciudad y a la alcaldesa y que esto pasa porque vivo en Lima y esto está cada vez más peligroso, y casi que me vaya a vivir a al polo norte porque los pingüinos no roban. También he recibido las quejas de muchos que dicen la policía es una porquería, que el sistema no sirve de nada y casi que le vaya a tocar la puerta al presidente o que mejor, contrate a unos malditos rateros y que juntos le reventemos la puerta del Palacio de Gobierno para ver si así hace algo.

Los que me quisieron consolar no tenían idea de lo que yo estaba experimentando, solo se lanzaron con una frase cliché para salvar el momento. Sus consciencias quedaron tranquilas luego de haber dicho algo apropiado y listo. Los que aprovecharon la oportunidad para quejarse del sistema tampoco tenían idea de lo que yo estaba experimentando, simplemente aprovecharon el momento para expresar su rabia interna y sus quejas personales. ¿Es tan difícil empatizar con un caso que vemos a diario en las noticias o que escuchamos constantemente? Para mí sí. Cuando caminaba en dirección  a la comisaria o buscando al cerrajero para que reconstruyera las puertas veía las de los vecinos y recordaba las muchas veces que en lo largo de muchos años escuché historia de robos similares. Mi reacción para ese entonces era nula. Solo escuchaba la historia y seguía de largo. Entiendo entonces que ahora que estoy del otro lado la mayoría de gente no pueda empatizar conmigo. Lo entiendo, pero no por eso deja de joderme y dolerme.


No planeo llorar como La Magdalena, pero si tengo ganas lo haré. Si me escuchas renegar un poco, solo entiende que tengo derecho de hacerlo. No necesito ser consolado, me sirve mucho más ser acompañado y si quieres reniega conmigo. Si mi molestia te altera y no sabes qué hacer con eso, es mejor que me lo digas, juntos sabremos cómo manejarlo, pero querer consolarme egoístamente no es la solución. Si nunca te han robado en la vida, puedes preguntarme cómo se siente y yo te contaré, por ahora solo necesito que sepas que no es tan fácil como la gente dice. Si eres mi amigo y tenemos fotos juntos, mándamelas para poder reconstruir parte de la información que perdí y que ya asumí que no podré recuperar jamás. Y para terminar, si además eres un amigo especial, mándame alguno de esos e-mails memorables que alguna vez te mandé porque si te quiero mucho de hecho te he declarado mi amor incondicional por escrito o cuando menos algo chistoso te debo haber enviado.

Saturday, November 2, 2013

Amor y sexo

"El amor refleja al niño que llevamos dentro. Todos amamos como niños, pero lo expresamos como adultos". Lowen, A. - Amor y Orgasmo

Él la había invitado a salir pero siempre tuvo la intención de llevarla a un lugar íntimo y privado. Ella lucía tan inocente cuando le dijo que sí, que él hasta se sintió un poco culpable de sus intenciones. Llegaron a la recepción del hotel y ella no pareció asombrarse, él entendía que ella no se daba mucha cuenta de adonde la llevaba. Al llegar a la habitación él fue muy dulce y delicado con ella. Había tenido malas experiencias antes y no quería fallar esta vez. Se había entregado a la pasión las veces anteriores e incluso alguna lo acusó de tosco y grosero, así que esta vez sería todo un caballero. La llevo a la cama agarrándola dulcemente de la mano y con mucho cuidado le sacó la ropa. Tenerla tan cerca le permitía olerla y eso lo excitaba mucho. Ser precoz era algo contra lo que había luchado y con suerte vencido, así que ya sabía cómo controlarse en esos momentos. De seguro sería de las primeras veces de ella, él pensó, así que sería mejor ir despacio para no asustar a la presa. Y es que así era como él se sentía, como una fiera a punto de devorar a su presa, pero esta vez vestiría a su fiera con ropas de caballero. Una vez que ella estuvo desnuda la llevó con ternura a la cama y se arrodillaron uno frente al otro. Él la tocaba tierna y suavemente. Disfrutaba centímetro a centímetro de la suavidad de su piel y podía sentir como ella se estremecía de las ganas contenidas. Él pegó su pecho contra el de ella y entonces la temperatura comenzó a subir, se acercó aún más y sintió como su firme erección era lo único que separaba sus cuerpos. No quería asustarla con movimientos toscos o bruscos, así que se movía lentamente, como una fiera que espera pacientemente a que se acerque su presa. Una vez que la recorrió toda con las manos, sentía que ya no podía más. La suavidad de su piel y la formas de sus curvas lo tenían loco y él se controlaba por tratarla como la señorita que era. Con mucho cuidado la echó sobre la cama, se aseguró que estuviera cómoda, incluso arreglo su pelo sobre la almohada y con delicadeza se colocó sobre ella. Le dijo que no tuviera miedo, que él sabía lo que hacía y que nada le iba a doler. Tuvo la precaución de ponerse el condón rápidamente para que ella no se sintiera abandonada o sola y regresó rápidamente a la escena. Se colocó sobre ella, con mucha paciencia separó sus piernas y comenzó a penetrarla con suavidad. Hizo su mejor esfuerzo por moverse lentamente y así controlar la pasión que lo invadía, para así darle tiempo de disfrutar a ella, pero no pudo mantenerlo durante mucho tiempo y finalmente llegó a un clímax ensordecedor que le hizo gritar descontroladamente por tanta pasión contenida. Él había sentido que eso era lo más cercano que había estado de hacer el amor. Se sintió más humano que nunca y terminó sintiéndose enamorado de ella. Era su momento de dejar de tener solo sexo y comenzar a sentir amor. Se sintió satisfecho de su desempeño y se despidió de ella asegurándole que la llamaría al día siguiente.

"El amor promete la satisfacción que la sexualidad ofrece". Lowen, A. - Amor y Orgasmo


Tener la cara de niña buena le había servido, pero ella pensaba que ya era el momento de convertirse en una mujer. Había dejado de ser virgen hacía muchos años atrás pero aún los chicos le preguntaban si seguía siéndolo. Al comienzo fue divertido decir que sí, pero ya estaba harta que la trataran como una princesita delicada. Así que comenzó a decir que no, que de virgen no tenía nada, a ver si el hombre que tenía al frente se daba por enterado que ella era una mujer y necesitaba de un macho que la hiciera sentir por dentro. A ella le parecía que él podía ser ese macho, se le veía musculoso y con buen físico. El luego le explicaría que en realidad era muy inseguro y su psicólogo le había recomendado el gimnasio para mejorar su auto-estima. Pero ella pensaba que de algo le habría servido el psicólogo porque a la segunda cita él ya le había dicho para ir a un telo. Aunque él en realidad le había dicho que quería darle una sorpresa en un lugar íntimo y privado, pero ella tenía claro a lo que iba. Al llegar el sitio le pareció perfecto, era un hotel muy venido a menos en donde de seguro los casados traían a sus amantes, así que era el lugar perfecto para liberarse al placer sin mucho prejuicio. Entró a la habitación ligeramente asustada pero dispuesta a entregarse a la faena. Para su sorpresa él le agarró la mano demasiado suavemente. Ella entró en dudas de las habilidades amatorias de él, pero se esperanzó nuevamente pensando que sería mejor si se dejaba guiar. Decidió entonces irse por territorio conocido, es decir, poner cara de inocente y dejarse llevar. De seguro hacerla de niñita virgen podría encender a su hombre. Él parecía que se movía torpemente y sin haberle dado un beso comenzó a quitarle la ropa. Ella lo dejó, pero la situación comenzó a parecerle algo graciosa. Cuando la llevo a la cama de la mano, a ella se le ocurrió que aunque este chico tuviera formas algo raras, seguía teniendo el físico del macho caliente que ella necesitaba, así que se dejó llevar. El sentir las manos heladas de él sobre su cuerpo, solo pudo hacerla sentir cosquillas. Pero cuando él le susurró al oído: "sé que tiemblas de placer", entonces no pudo más y soltó una pequeña carcajada. El reaccionó abrazándola con fuerza y ella pensó que entonces la faena ahora si empezaría en serio, pero nada. Ella comenzó a pensar en otras cosas producto del aburrimiento hasta que volvió a la escena en el momento en el que él la echaba en la cama. Ahora si ya tenía que arrancar lo bueno, pensó ella. Las manos torpes, ásperas y frías de él no habían provocado en ella nada más que cosquillas, pero aún mantenía la esperanza de un encuentro memorable. El momento que estuvo esperando llegaba, ella necesitaba un macho que pudiera poseerla y llenarla toda por dentro y no un príncipe encantado con formas y maneras afeminadas. Sintió el miembro de él entre sus piernas y pensó que lo mejor sería relajarse para disfrutar del momento. Él de repente se puso el preservativo y nuevamente se lo colocó entre las piernas. Ella no sabía si era un error, si él no se había dado cuenta o si solo era un calentamiento previo. Pero el comenzó a agitarse afiebradamente y unos pocos segundos después gritó. En realidad más que un grito a ella le sonó como un chirrido estridente y muy incómodo. Ella no pudo más y le dijo: ¿y yo?, pero él pareció no escucharla. Entonces toda esperanza se esfumó, no había encontrado a ese macho que lograría estremecerla y la verdad es que ya no sabía qué hacer. Había usado la estrategia de la niña virgen sin éxito, pero ahora que intentó ser la fácil que se va a la cama sin reparos, el resultado era el mismo. Estaba pensando en esto cuando él se despidió y logró escuchar cuando él le decía que la llamaría al día siguiente, inmediatamente le respondió que no lo hiciera, pero en realidad solo lo pensó, no tuvo el coraje de decírselo.

Saturday, October 26, 2013

Mírame para mirarme

Debo estar soñando y con los ojos cerrados porque veo todo negro, pero escucho que hay ruidos afuera, pasa gente a mi alrededor, escucho sus voces y sus pasos, incluso a los lejos escucho el motor de una cortadora de césped y mucho más al fondo la alarma de un carro. Estoy aquí en el mundo pero veo todo negro. Tengo la sensación de que tengo los ojos abiertos, pero sigo viendo negro. Esto definitivamente debe ser un sueño, la realidad no puede ser negra, no para mí. Pasan las horas y todos mis sentidos están al pendiente del exterior, de los ruidos, de la gente, de todo el entorno. Y yo sigo viendo todo negro. Siguen pasando las horas y por fin comienzo a sentir algo de angustia. ¿Cuánto rato más puedo seguir soñando esto?. ¡Despiértate!. Pero nada, sigo aquí, sentado y no pasa nada. Pasan muchas más horas y el hambre aumenta, las ganas de ir al baño, mi cuerpo sigue funcionando. Pero yo sigo aquí sentado viendo negro y esperando a que alguien venga a rescatarme. Este debe ser un sueño, pero ahora más que convencido estoy esperanzado, la verdad. Pero es que esto no puede ser así, no puedo pasarme el resto de la vida viendo solo negro. ¡Quiero ver!. ¿Pero que quiero ver?. ¡A la gente!. Quiero ver a otro ser humano. Este es un sueño y como tal debe ser algún mensaje codificado y dificilísimo de entender que me manda el sub-consciente. Entonces debo descifrar el mensaje para despertarme. Mi afán es de ver y en particular, el de ver a la gente. ¿Y para que quiero ver a la gente?. Para no sentirme solo, supongo, ¿será?, asumo, en realidad dije lo primero que se me vino a la cabeza, ¿eso creo de verdad?, sí. ¿Pero qué debe hacer la otra persona para que yo deje de sentirme solo?. Mirarme. Alguna vez he tenido la oportunidad de conversar con una persona ciega y recuerdo esa sensación de que no había conexión, de que no me entendía, además recuerdo como yo con insistencia la veía mucho más, como queriendo compensar la falta de su mirada. Entonces miro, para ver como el otro me está mirando a mí. Pero, ¿acaso no puedo verme yo a mí mismo?. Frente al espejo en las mañanas, si puedo, pero esa es una mirada superficial que no me hace sentir acompañado, veo mi apariencia, pero no me veo a mí. ¿Me veo a mi mismo?. Cuando medito me veo, pero no es igual, no tengo la misma necesidad que tengo por la mirada del otro. ¿Por qué necesito la mirada del otro?. Si me miras, me siento aquí, si me miras, me siento conectado contigo, si me miras, entonces me puedo ver a mí. Si me miras con amor, podré verme con amor. Tu mirada es profundamente convincente para mí. Si me miras con desprecio, yo me miro con desprecio. Por eso me lastima tanto tu maltrato, porque me convence de que yo también debo maltratarme. Tu mirada amorosa me convence de subirme al cielo, tu mirada de odio me lleva al infierno. Incluso la mirada rabiosa de un conductor desconocido en medio del caótico tráfico, que posó sus ojos furiosos sobre mí por pocos segundos, puede llegar a lastimarme. Sigo sin ver, veo todo negro y si no puedo ver tus ojos mirándome comenzaré a perderme. Esto es un sueño, así que puede ser de otra forma. Y siendo un sueño, no corro ningún riesgo si me dejo llevar, finalmente cuando me despierte todo volverá a la normalidad. Entonces me perderé, me perderé en la ceguera, finalmente no tengo nada que perder, lo peor que puede pasar es que si no puedo ver afuera, tal vez pueda ver adentro y quien sabe y tal vez pueda yo verme a mí mismo.

Saturday, June 22, 2013

Viejo Verde ... y que

Buscando inspiración repasé algunos de mis viejos escritos. Es un ejercicio interesante ver como pensaba y sentía hace algún tiempo atrás. De allí rescaté "Viejo verde" que sigue siendo actual y demasiado vigente.

Viejo verde (Setiembre 22, 2012)

Y fue así como a los 37 años me convertí en lo que llaman "viejo verde". Estaba yo entrando a la Universidad vestido achiboladamente porque he retomado clases y he regresionado un poco en mi apariencia. Ella estaba vestida como una verdadera universitaria, zapatillas, jean, polo, pelo rizado y suelto. Honestamente no hacía el más mínimo esfuerzo por ser seductora, pero para mi lo era. La vi e inmediatamente se convirtió en el objeto de mi deseo. Piel firme, músculos tensos, bien despachada, proporciones perfectas. Y fue así como en mi cabeza se comenzó a ejecutar el programa Viejo-Verde_v1.0. Yo no me di mucha cuenta, era como una película, yo la miraba y ella posaba para mi. Era la modelo que soñaba tener en mis clases de arte cuando intenté (sin ningún éxito) dibujar un desnudo. Tanto la miré y con tanta fijación que debió sentir algo y volteó a verme y para mi sorpresa me lanzó con total libertad una encantadora sonrisa. En ese momento pasó de ser el objeto de mi deseo, para convertirse en la reina de mis fantasías y yo en su más fiel servidor. Su sonrisa era pura, limpia y transparente porque era incapaz de interpretar la cara de pervertido que yo debía tener en ese momento. Efectivamente era una joven mujer inocente que aún conserva la mirada y la sonrisa de niña. Mi desconexión de la realidad aumentó porque una diosa así solo podía existir en mis sueños. Cuando de pronto siento la mirada de una señora vieja, acabada y trajinada por la vida, llena de arrugas y casi diría de amarguras, que en ese preciso momento debía estar ejecutando en su cabeza el Antivirus-Contra-Viejos-Verdes_v99.99. Giré para ver de donde venía esa sensación que me invadía y perturbaba y fue allí cuando sentí el impacto de la mirada de asco y repudio que la vieja bruja me estaba lanzando, fue tal el choque que aún me sigue doliendo. Esta de inocente no tenía nada y solo Dios sabe si alguna vez lo tuvo, pero en base a sus muchísimos años de vida pudo detectar en un instante que Viejo-Verde_v1.0 se estaba ejecutando en mí. Cuando quise regresar a mi fantasía, mi princesa ya se había encontrado con sus amigos y a mi solo me quedaba seguir mi camino. La verdad es que no se si descargué el programa o si ya vine con la instalación de fábrica, pero de si de algo estoy seguro es que ya no puedo desinstalarlo.

Muere Lentamente

Llevo tiempo sin escribir de manera pública, siempre lo hago de manera privada, pero últimamente de una manera tan privada que terminé sanamente aislado y solitario. Creo que comienzo el viaje de salida y nuevamente me abro a la posibilidad de compartir mis escritos, aunque francamente la inspiración no me ha acompañado últimamente, así que por primera vez he pedido ayuda. Una gran lección de vida para mi es esto de pedir ayuda, de dejar de lado la posibilidad de ser el que todo lo hace y lo hace bien, porque en el fondo sigo siendo ese niño bueno que quiere satisfacer a todos buscando reconocimiento y si lo escribo más honestamente tengo que admitir que buscando el afecto y el amor de los demás. Pedir ayuda me pone entonces en una posición más humana y segura. Lo que yo soy es lo que hay. Aprendí a pedir ayuda y esta llegó a través del escrito que comparto a continuación.

"Muere Lentamente" me llega a través de mi entrañable amiga Marianela, que partió al cielo muy prontamente. Su ausencia me duele, porque no hay otra forma de procesar algo así, pero también me enseña porque aunque físicamente no está presente sigo aprendiendo con ella, como hicimos siempre desde que nos conocimos. Las líneas que vienen a continuación son un tributo a ella y a su forma de pararse en este mundo.

"MUERE LENTAMENTE
     Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de marca, no arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce.
     Muere lentamente quien hace de la televisión su gurú.
     Muere lentamente quien evita una pasión, quien prefiere el negro sobre blanco y los puntos sobre las "íes" a un remolino de emociones, justamente las que rescatan el brillo de los ojos, sonrisas de los bostezos, corazones a los tropiezos y sentimientos.
     Muere lentamente quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo, quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien no se permite por lo menos una vez en la vida, huir de los consejos sensatos.
     Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en sí mismo.
     Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar.
     Muere lentamente, quien pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante.
     Muere lentamente, quien abandona un proyecto antes de iniciarlo, no preguntando de un asunto que desconoce o no respondiendo cuando le indagan sobre algo que sabe.
     Evitemos la muerte en suaves cuotas, recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor que el simple hecho de respirar.
     Solamente la ardiente paciencia hará que conquistemos una espléndida felicidad."

Martha Medeiros (Porto Alegre, 1961), publicista, escritora y poetisa brasileña. Cronista del periódico Zero Hora, de Brasil.

Sunday, February 24, 2013

Me harté del vaso medio lleno


Creí estar en lo correcto cuando veía todo con optimismo y desde el punto de vista más positivo, encontrándole a todo la explicación más suave y menos dolorosa y convirtiéndome así en el abanderado de la fatídica frase "todo pasa por algo", que utilicé demasiadas veces como una sentencia irrefutable. Porque claro, ese "algo" no era importante descubrirlo, el objetivo de la frase era solo salir de la incómoda incertidumbre, pasó por algo y punto final. Además teñía el comentario de religiosidad cuando decía que la voluntad de Dios es incomprensible para los hombres, reafirmando que ese "algo" no solo no era importante, sino que además incomprensible. Craso error.

Me dejé llevar por la cultura de lo positivo, que no ve errores, sino oportunidades de mejora y como yo de manera natural lo veía todo así, entonces pensaba que estaba en lo correcto. ¡Qué iluso!. Frente a la pregunta de ver el vaso medio lleno o medio vacío, olvidé que la polaridad normalmente no es la solución, sino que la verdad más profunda está en la triada, en la ley del tres. A partir de ahora no quiero verlo ni lleno, ni vacío, solo quiero ver un vaso conteniendo agua, porque eso es lo real y es lo que es. Si veo a alguien llorar no quiero ver un dolor insoportable como si fuera la única interpretación, solo quiero ver a una persona llorando, porque tal vez esté experimentando un proceso liberador o podría ser que llore de alegría o por cualquier otra razón que me corresponde experimentar y no cortar. Si veo a alguien reír no quiero ver la alegría como única interpretación, solo quiero ver a una persona riendo, porque tal vez sea una expresión genuina de alegría o una máscara que cubre mucha infelicidad, pero sea lo que sea, yo solo quiero verlo y cuando lo tenga enfrente experimentarlo de la manera más humana posible.

Cuando leí de niño que Dios había creado al hombre para que sea feliz, yo entendí que la meta era más o menos como que la vida debía ser un taller de risoterapia. Me ha costado muchos años ampliar mi concepto de felicidad y ahora se parece más a la satisfacción mezclada con paz interior. Quiero ser feliz, pero no quiero ser el de la risa fácil y el chiste ligero y oportuno. Quiero ser feliz, pero no quiero experimentar la alegría como única emoción posible, quiero atravesar todo el rango de emociones que me da mi condición de ser humano. Quiero ser feliz, pero no quiero estar atrapado en un mundo edulcorado en donde el dolor motivador es erradicado o el llanto liberador deba ser controlado inmediatamente.

Mientras que el mundo que me rodea trata de enseñarle a todos como ser positivos, yo quiero dejar de serlo. Si pues, tal vez esté un poco loco, pero acaso no son los locos los más felices. Yo creo que sí. Estoy dispuesto a pagar el precio, pago con mi positivismo para conseguir a cambio una realidad que me lleve a la felicidad.

Wednesday, February 6, 2013

El príncipe campeón


Tomás va nerviosamente a hablar con el cura que le enseña religión en el colegio y le cuenta que su Mamá no lo quiere. El cura se conmueve de esta dolorosa confesión, suspira profundamente porque sabe lo importante que es encontrar las palabras correctas y para ganar algunos segundos le pide que se siente a su lado. Tomás lo mira nervioso, no sabe si lo que ha hecho es correcto. El cura es algo así como un supervisor de Dios en la tierra, es además quien le enseño que son los pecados. No está seguro si su Mamá estaría cometiendo alguno, pero tal vez si y  bueno, él quiere a su Mamá y tampoco la quiere meter en problemas. Pero por otro lado el cura reza todas las noches y su Mamá le ha dicho que quien lo hace recibe de Dios las lecciones para ser un niño bueno, así que está hablando con una persona buenísima, ¿no?. El cura deja de mirar al frente, voltea, mira a Tomás y le pregunta: ¿tendiste tu cama hoy?. Tomás no se lo esperaba, ¿qué tiene que ver la cama en este asunto?. Piensa, trata de recordar y no está seguro de si la empleada la tendió, porque él no lo hace, pero para esa hora fácil que si estaría tendida, sin embargo la pregunta es si él lo ha hecho. Baja la mirada y con la cabeza dice que no. El cura vuelve a preguntar: ¿y entonces como esperas que tu Mamá te quiera?.

Natalia es una niña muy inteligente para su edad, o eso es lo que dicen sus padres. Tiene mucho ingenio y siempre encuentra la forma de resolver sus problemas. Además hace gala de gran fortaleza y liderazgo cuando está en grupo. Aunque solo tiene 7 años, sus padres están convencidos de que Natalia será un éxito en la vida, así que creen que solo deben acompañar su crecimiento porque la niña va en la dirección correcta. Pero como la excepción es la que confirma la regla, ella está teniendo problemas en amarrarse los pasadores de los zapatos. Solo la primera vez el padre quiso enseñarle, pero ella dijo que podía sola y él la dejó. No lo hizo bien la primera vez pero terminó haciendo algo funcional que ahora repite, no dura mucho el nudo y ella tiene que atárselos muchas veces durante el día. Los padres notaron sus dificultades al comienzo e incluso la Mamá intentó enseñarle una segunda vez, pero ella insistió en que podía sola y no volvieron a intervenir. En realidad no volvieron a notar el problema. Natalia se frustra todas las mañanas porque no termina de aprender a amarrarse bien los pasadores, sus padres no lo notan y ella no es capaz de pedir ayuda. Cuando se lo enseñaron en el colegio ella se quedó con dudas pero la vergüenza de no ser la primera en aprenderlo la obligó a no preguntar. Todos sus amigos aprendieron y al parecer lo hacen bien, pero ella necesitaba más tiempo y no se lo dieron, porque la profesora también considera que Natalia es una niña destacada y mucho más capaz que el resto.

Alfredo está muy confundido. Hoy en la mañana sus amigos del colegio lo golpearon. Está con el uniforme sucio y lleno de barro porque para su mala suerte, el parque donde siempre lo golpean acababa de ser regado y estaba todo mojado. No es la primera vez que esto le pasa, sucede con frecuencia y sus padres no lo saben porque al regresar a casa lo ayuda la empleada. Ella lo cambia, lava el uniforme, cose las partes rotas, lo baña y lo deja limpio y perfumado para cuando lleguen sus padres después de trabajar. Mamá lo saluda diciéndole “príncipe”. Papá lo saluda diciéndole “campeón”. Él sabe que ni a los príncipes, ni a los campeones los golpean como a él. Le comentó a la empleada sobre decirle a sus padres de las golpizas, pero ella le recomendó callar para no molestarlos. Él creía que la empleada tenía razón pero valía la pena hacer el intento, así que por si acaso se le ocurrió contar la historia como si le estuviera sucediendo a un amigo a quién él quería aconsejar. Mamá se puso muy nerviosa, se levantó y gritando le preguntó si eso le pasaba a él para llamar inmediatamente al colegio. No pues, un escándalo le hubiera causado más problemas. Papá también se puso nervioso y muy enfurecido le dijo que su amigo debía agarrar a todos a golpes, porque los hombres arreglan sus problemas a golpes. No pues, él ya había intentado golpear a sus agresores, pero eran demasiados y algunos mayores y más grandes que él así que le parecía una tarea imposible. Finalmente sus padres le volvieron a preguntar pero ahora en un volumen más alto que si la historia que contaba era de él o de si de verdad se trataba de su amigo. “Príncipe, dime la verdad”, le dijo Mamá. “Vamos campeón, confía en tus padres”, le dijo Papá. Él puso su mejor sonrisa de príncipe y dijo: no mamá. Apretó un poco los puños y puso su mejor cara de campeón y dijo: como se te ocurre, papá.

Tomás nunca quiso tener hijos, pero Natalia le insistió. El argumento inicial fue que ella quería concretar el fruto de su amor, pero él no pudo procesar esas palabras. Finalmente ella le dijo que su reloj biológico se lo demandaba y había decidido hacerle caso, así que con él o sin él ella sería madre y si quería se sumaba al proyecto. Natalia es el amor de su vida, de eso Tomás está seguro y la vida lo ha hecho esperar más de cuarenta años para encontrarla, así que dejarla no es un lujo que él quiera darse, por lo que finalmente aceptó. Cuando Alfredo llegó al mundo fue la máxima alegría de sus padres, aunque también motivo de preocupación. Cuando ellos fueron niños tuvieron muchos problemas por lo que consideraron falta de afecto. Sin embargo es un tema que ambos han trabajado y así fue precisamente como se conocieron, en la sala de espera del psicoterapeuta que para entonces compartían. Cuando concretaron la idea de la paternidad de algo estaban muy seguros, colmarían a su hijo de todo el amor que ellos fueran capaces de entregar, de manera sostenida y abundante, tanto que el niño que tuviera la suerte de llegar a su familia nunca jamás pudiera dudar del afecto infinito de sus padres. Natalia decidió llamarlo “príncipe” y Tomás “campeón”, como para darle un balance más masculino. Fue así como Alfredo desde siempre se sintió el “príncipe campeón” de sus padres. De sus padres, pero no del resto y menos aún de sus amigos del colegio.