El miércoles pasado robaron mi
casa. Si pues, tal como se lee en las noticias. Que le reventaron la puerta a
no sé quién y se llevaron no sé qué cosa. Bueno, ese no se quien fui yo (o
fuimos toda mi familia completa) y esa no sé qué cosa, en realidad fueron
muchas cosas valiosas, mías de mí y que me costaron mucho esfuerzo comprar. Y
como para sazonar más la situación desde entonces he recibido varias de esas
frases célebres que deberían ser borradas de nuestro idioma. Cosas como que debería
alegrarme de que la situación no fue peor porque no hubieron daños personales,
si claro, a ver que te pase a ti para que veas si esa frasecita te consuela de
algo. Perdí cosas valiosas, así que tengo derecho a quejarme. Claro, está también
quien me dijo que era una lección para practicar el desapego, si claro, las
cosas materiales no son importantes y eventualmente me las puedo volver a
comprar así que no debería apegarme a ellas. A ver pues, que te pase a ti y
luego me cuentas. También hubieron varios que culparon a la ciudad y a la
alcaldesa y que esto pasa porque vivo en Lima y esto está cada vez más
peligroso, y casi que me vaya a vivir a al polo norte porque los pingüinos no
roban. También he recibido las quejas de muchos que dicen la policía es una
porquería, que el sistema no sirve de nada y casi que le vaya a tocar la puerta
al presidente o que mejor, contrate a unos malditos rateros y que juntos le
reventemos la puerta del Palacio de Gobierno para ver si así hace algo.
Los que me quisieron consolar no
tenían idea de lo que yo estaba experimentando, solo se lanzaron con una frase
cliché para salvar el momento. Sus consciencias quedaron tranquilas luego de
haber dicho algo apropiado y listo. Los que aprovecharon la oportunidad para
quejarse del sistema tampoco tenían idea de lo que yo estaba experimentando,
simplemente aprovecharon el momento para expresar su rabia interna y sus quejas
personales. ¿Es tan difícil empatizar con un caso que vemos a diario en las
noticias o que escuchamos constantemente? Para mí sí. Cuando caminaba en
dirección a la comisaria o buscando al
cerrajero para que reconstruyera las puertas veía las de los vecinos y
recordaba las muchas veces que en lo largo de muchos años escuché historia de
robos similares. Mi reacción para ese entonces era nula. Solo escuchaba la
historia y seguía de largo. Entiendo entonces que ahora que estoy del otro lado
la mayoría de gente no pueda empatizar conmigo. Lo entiendo, pero no por eso
deja de joderme y dolerme.
No planeo llorar como La
Magdalena, pero si tengo ganas lo haré. Si me escuchas renegar un poco, solo
entiende que tengo derecho de hacerlo. No necesito ser consolado, me sirve
mucho más ser acompañado y si quieres reniega conmigo. Si mi molestia te altera
y no sabes qué hacer con eso, es mejor que me lo digas, juntos sabremos cómo
manejarlo, pero querer consolarme egoístamente no es la solución. Si nunca te
han robado en la vida, puedes preguntarme cómo se siente y yo te contaré, por
ahora solo necesito que sepas que no es tan fácil como la gente dice. Si eres mi
amigo y tenemos fotos juntos, mándamelas para poder reconstruir parte de la
información que perdí y que ya asumí que no podré recuperar jamás. Y para
terminar, si además eres un amigo especial, mándame alguno de esos e-mails
memorables que alguna vez te mandé porque si te quiero mucho de hecho te he
declarado mi amor incondicional por escrito o cuando menos algo chistoso te
debo haber enviado.
No comments:
Post a Comment