Saturday, August 16, 2014

El Amante

Ella me dijo que me amaba y yo le creí. Me lo dijo mirándome fijamente a los ojos y por eso estuve convencido de que era verdad. Quería tocarla para estar seguro que el momento era real, pero teníamos la mesa entre los dos. Le pedí que lo repitiera y lo hizo. Me esforcé por ver más allá de sus ojos y efectivamente lo sentí, ella si me ama. La alegría la sentí estallar en medio del pecho, fui por unos pequeños instantes el hombre más feliz del mundo, tal vez debí pararme y abrazarla, detener la conversación, llevarla a la cama y hacerle el amor. Pero mi cuerpo no se movió, sabía que la conversación debía continuar. Me reiteró por tercera vez que me amaba y esta vez lo hizo sonriendo, porque había notado la gran sonrisa que yo tenía en el rostro. Pero también amaba a su familia y no podía dejarla. Su marido era un buen hombre y no se merecía algo así, pero sobretodo su pequeño hijo no se merecía crecer alejado de un padre que era tan bueno. Ella lo había pensado bien, me conocía y estaba segura que yo no tenía el instinto paternal. No sé si algo así exista, pero para mi desgracia ella si tenía razón en eso, nunca lo admití, pero si tenía razón, yo no tengo vocación de padre ni ningún afán de criar un hijo. Me explicó que cuando nos encontramos de casualidad en el sitio de juegos para niños había entrado en duda. Un día de causalidad yo estaba con mis tres sobrinos y ella con su hijo. Ya teníamos una relación y no pude evitar saludarla y como los niños son niños, mis sobrinos se hicieron amigos de su hijo y todos juntos nos pusimos a jugar. Tengo un lado lúdico que puedo dejar salir muy fácilmente y jugar con niños es muy divertido, así que todos congeniamos muy bien y la pasamos genial. Su hijo por algún tiempo reclamó a su tío, o sea a mí, y el padre intrigado comenzó a preguntar, así que para evitar sospechas tuvimos que organizar un nuevo encuentro pero esta vez con el padre, el marido de ella, si pues, incómoda situación, pero en esos casos, se hace lo más inteligente, que es jugar. Así que me dediqué a los niños, casi no la vi a ella y entonces el marido despejó sus sospechas y me identificó más como amigo de su hijo que de su mujer. Ella esperó, en vano, que yo cambiara luego de eso. Esperaba que yo despertara algún interés paternal en el niño, la verdad no entiendo a que pueda referirse con eso. Le preguntaba si el niño estaba bien, pero como educadamente uno pregunta sobre los familiares de los amigos, pero nada más. Mi lado de padre era una batalla perdida y pelear para perder no es mi estilo. Dejé que ella continuara hasta que cambió el tema a su marido. Ese era mi tema, me acababa de decir que me amaba y nunca dijo que lo amara a él, era entonces mi momento de contestar, de replicarle. De decirle que yo podía hacerla mucho más feliz que él. Conmigo había sentido cosas que jamás había sentido con él, ella me lo había dicho. Me dijo miles de veces que extrañaba el contacto de nuestras pieles y que esperaba con ansias nuestro próximo encuentro. Empecé a recordar todas las cosas que nos dijimos, quería juntar todas sus palabras para usarlas como argumento a mi favor, y todo lo que podía recordar giraba en torno a los mismos temas, sexo, nuestros cuerpos, nuestras sensaciones, lo rico de conectarnos en la cama. Nunca planes, nunca la vida, nunca sentimientos compartidos. Nuestros encuentros eran de tiempo limitado y eso los hacía más intensos, pero más monotemáticos, sexo. Es por eso que ahora que me dice que me ama me emociona tanto, porque nunca antes habíamos hablado de sentimientos y ahora ella me habla del sentimiento máximo, del amor, de ese amor que tanto busco y anhelo. Pero la verdad es que yo solo soy su amante, el amante de cama, el que la ayudaba a sobrellevar una vida sexual poco satisfactoria, pero quien no es necesario en los otros aspectos de su vida. Si pues, ser el amante me había funcionado antes, muchas veces, yo buscaba ese tipo de relaciones porque pensaba que eran perfectas y sin problemas, si pues, eso decía yo. Pero es la primera vez que quiero una relación de verdad, quería desesperadamente que ella me amara y no, no es verdad, soy su amante, ella no me ama. La miro una vez más a los ojos, tengo la esperanza de volver a ver lo que vi, le pido que me lo repita, y lo hace, pero esta vez logro ver la verdad, ella no me ama.

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